
Manuel De Cisneros
México
Manuel de Cisneros se autocalifica como un pintor purista. Aunque es originario de Oaxaca, rompe con la pintura tradicional y decide emprender un camino propio en el que la constante en su trabajo es una fuerte necesidad de cambio y evolución. Durante un periodo de residencia en el extranjero, los tonos negros y grises del invierno impactaron al artista mexicano. Acostumbrado a una paleta de color más brillante, comenzó a sentir el rigor emocional de la distancia. Es en este aislamiento, lejos de casa y de sus costumbres, comienza a frecuentar cafés y en ellos a observar el comportamiento del hombre. De aquí surge una línea que lo acompaña hasta el día de hoy. Su obra está inspirada en el ser humano y en lo absurdo de su comportamiento. Nos invita a la reflexión, confronta y desnuda nuestras emociones provocando que nos sintamos identificados. Los temas que aborda son de carácter cotidiano; sin embargo, la forma de plasmarlos en el lienzo no lo es.
Combinando situaciones absurdas e irreales, paisajes desolados y posturas dramáticas, logra resaltar a los personajes dentro de un panorama sombrío. Admirar sus piezas nos lleva a un viaje introspectivo. La culpa, la soledad y la angustia son sentimientos recurrentes en su obra porque son parte de la vida misma. Así como, después de la tormenta viene la calma, tras una confrontación de emociones que pudieran tener una connotación negativa, queda dentro de nosotros paz, armonía y esperanza.
Manuel comenta que sólo a un genio no se le dificulta pintar. Para él, enfrentarse al lienzo significa aislarse con música en el estudio, sufrir las dificultades técnicas de la pintura y angustiarse sobre el resultado final. Así, como en su obra, culpa, soledad y angustia lo invaden. La pintura de Manuel de Cisneros es transparente. Es en la claridad y en la capacidad de transmitir sentimientos en lo que su genialidad reside.

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